domingo, 10 de julio de 2011

La constancia tiene su recompensa

La semana pasada, hemos estado de nuevo, visitando un ratito, por las mañanas, el cuerpo de bomberos de nuestro pueblo, unos quince minutos todos los días, a las afueras del garaje, mirando los mismos 5 camiones grandes de bomberos mas otro pequeño.

Cada día, compruebo más eso que decía Jesús, sobre aprender a ser como niños, y es verdad, mi niño, día tras día, me hacía salir de casa, su constante petición me vencía día tras día, y a veces con pocas ganas y otras muchas sin ninguna, pero terminaba accediendo a su insistencia.

No podía tocarlos, no podía subir en ellos, se conformaba solo con verlos desde fuera, algunos días tenía suerte y los podía ver en marcha, otro día haciéndole mantenimiento, otro día estaban todos con el cierre abajo por lo que no podía ni siquiera verlos, pero el estaba allí, con sus ojos grandes, esperando, a la expectativa, acudía con ilusión y no se desanimaba.

Pero un día, ocurrió algo que no nos imaginábamos, un bombero se acerca a nosotros, y le dice al niño, ¿me da la impresión que te gustan muchos los coches de bomberos ah?, el niño muy emocionado le contesta con voz enérgica: "si, si me gustan mucho", intercambiaron nombres y le comentó que lo había estado observando muchos días mirando los coches de bomberos, inclusive a través de las cámaras de seguridad, y que quería premiarle su pasión por los coches de bomberos invitándole a entrar; no me lo podía creer, nosotros solos allí, recibiendo todas las explicaciones de lo que tienen y hacen los tan  nombrados coches, que enormes se ven de cerca, y subidos alli dentro mejor aún, con tecnología de punta el nuevo modelo y lo bien conservado el mas viejo de todos.  Luego de terminada la improvisada exhibición, el niño no paraba de contento, caminaba contando lo sucedido a todos los que se encontraba camino a casa, llegó super feliz, hicimos un dibujo con todo lo que habíamos visto y prometió ir de nuevo, para regalárselo al bombero amigo, quién a su vez le devolvió el detalle con un coche de bomberos en miniatura hecho con cartulina.

Esta humilde lección me hizo ver con claridad, que así tenemos que ser delante de Dios, que tenemos que estar allí, delante de su presencia, haciendo un ratito de oración mental día tras día, sin importar si  vemos o no vemos nada o si vemos poco o mucho, con los ojos del corazón muy abiertos,  perseverantes, algunas veces con ganas y muchas otras sin ella, ese diálogo confiado, pertinaz, abandonado en manos del que todo lo puede y todo lo ve, El se da cuenta, El te está mirando día tras día y te dejará ver un día muchos regalos para tu vida si tu le dejas. El no te dejará caer en el abandono, El no se deja ganar en generosidad, Muchas veces no le dirás nada, solo estarás allí y el sin necesidad de cámaras de seguridad sabrá que estás, contemplándole, pidiéndole salud, consejo, bienes para ti y los tuyos, dándole gracias, rectificando, reflexionando tus actitudes e intenciones, en fin   ...si perseveramos en la oración recibiremos muchas recompensas, y entre ellas la mejor, la tan ansiada PAZ interior, esa que el mundo no da.
Señor que seamos almas de oración!
Un abrazo y no olvidemos que nunca es tarde para comenzar,

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